¿Te has preguntado alguna vez cuánto te quieres?
Hay
dos focos muy graves en las personas que tienen problemas de autoestima, una es
la baja autoestima y otra es la demasiado alta autoestima. Ambos son problemas acarreados
por problemas de valoración y quererse uno mismo, sin embargo también obedece a
la forma en la que hemos ido aprendiendo a hacernos cargo de lo que nos sucede
en la vida.
En
un estudio de la universidad de Columbia en USA, se hizo una prueba de autoestima
a cerca de 100 estudiantes y el resultado es que cerca de un 2% tiene pautas de
autoestima normales y sanas, el resto, el 98% de los participantes tiene graves
y serios problemas en su autoestima. Al hacerles el seguimiento a esas
personas, muchos de ellos obedecían a un resultado de su entorno familiar en
etapas adolescentes. Los que tenían una gran autoestima (poco saludable), era
debido a las pocas oportunidades que tenían en su vida y lo hacían como una
forma de contrarrestar hogares dominantes, padres golpeadores o muchos de ellos
luchando contra el maltrato psicológico de “no ser capaces”.
Ahora,
uno se puede preguntar si es posible mejorar la autoestima o llegar a niveles
más o menos saludables y la verdad es que esa respuesta dependerá de un 100% de
nosotros y si somos capaces o no de aceptar un proceso de desarrollo o cambio
personal, que nos podría hacer pasar por muchas etapas de dolor, de pasarlo
mal, pero sin embargo altamente efectivas.
El
primer ejemplo que se me viene a la cabeza de estos procesos, es cuando las
personas están involucradas en esas relaciones amorosas tóxicas, donde esa
persona sabe que está mal, lo está pasando pésimo, quizás muchas veces agredida
física y psicológicamente, pero sin embargo sigue ahí. Muchas veces eso se da
por un problema de seguridad y no salir de la zona de confort. Mujeres con
relaciones de ese tipo, tienden a quedarse al lado de esos hombres, debido a
que enfrentar un nuevo proceso de soledad, de confianzas, etc., se hace cada
vez más complejo.
Existe
un proceso “paso a paso” que permite ir mejorando la autoestima, pero sin
embargo lo mejor de todo, siempre será un profesional de la salud mental, como
un psicólogo y lograr entender el porqué nos comportamos de tal o cual manera.
El
primer paso, sería analizar nuestra autocrítica. Aquellas cosas que nos decimos
en términos demasiado absolutos y que no nos perdonamos. Acá está el típico
“siempre me sale todo mal”, “la próxima vez que lo haga, tiene que ser mejor”
(aunque el resultado haya sido muy bueno). Ese tipo de mensajes debe ser
cambiado y debe ser mejorado, reemplazado con palabras de amor hacia nosotros
mismos.
El
segundo paso, sería analizar nuestros pensamientos negativos. Aquellos
pensamientos que nos transmitimos todo el día en señal negativa: “No sirvo para
esto”, “no soy bueno en ese tema”, “no puedo”, “me cuesta”, etc. Estudios
señalan que nos emitimos cerca de diez mil mensajes diarios a nivel cerebral.
El
tercer paso, sería manejar la culpabilidad. Muchas personas evitan darse un gusto,
hacerse cariño o simplemente disfrutar de su vida y de sus ingresos, porque
viven con un sentido de culpabilidad importante. Acá puedo colocar el ejemplo
de una madre soltera y su hijo. Ella podría dejar de comer para darle todo a su
hijo, ya que el disfrutar para ella sería “mi hijo no tendrá tal o cual cosa”.
Sin embargo, por lo general los hijos únicos desarrollan un problema de egoísmo
llamado el “síndrome del hijo único”, que es todo lo contrario a la
culpabilidad. La culpa nunca nos llevará a nada, sólo permitirnos vivir vidas
en miedo, temor.
El
cuarto paso, sería la forma en que criticamos y valoramos el entorno. Las
personas viven juzgando y emitiendo comentarios críticos del entorno. En el
trabajo, podría ser relacionado a como se vistió o no cierta persona. EN la
vida personal si la actitud tomada por “Juanita” fue o no la correcta. Las
personas no tienen y no deben moverse por lo que nosotros les decimos, aunque
queramos controlar lo que hacen, ellos son dueños de decidir lo mejor para sus
vidas y para sus caminos. Cuando aprendemos a no criticar y no juzgar a los
demás en base a nuestros patrones, podremos hacer cosas que realmente queramos
y nos sentiremos más libres.
El
quinto paso, sería el auto-respeto. Acá es difícil poder expresarlo claramente,
pero un ejemplo podría servir. Si me propongo no aceptar relaciones
sentimentales donde sienta que me están utilizando y sin embargo en una
relación me siento utilizado, el auto-respeto sería tomar la decisión de
abandonar esa relación y liberarme de ese peso. Sin embargo, mucha gente falla
en éste punto, que sería un nexo entre lo que estoy dispuesto a transar y lo
que por nada del mundo permitiré.
El
sexto paso, sería la valía personal. Con una mirada objetiva y positiva, cada
uno de nosotros tiene una valía personal única y si cultivamos una autoestima
saludable, nos daremos cuenta que tenemos muchas cosas buenas y también malas.
Lo importante en la valía personal, es saber que tenemos errores y que podemos
vivir con ellos, sin embargo, podemos hacer todo para mejorar.
El
séptimo paso, sería la asertividad, que no es otra cosa que el hecho de ser
capaces de defender nuestros puntos de vista de forma tranquila y calmada, aún
cuando los demás parezcan estar en contra nuestra. Las personas se califican en
tres estados: Agresivos (que quieren imponer sus puntos de vista de cualquier
manera). Inhibidos (que no dicen nada de lo que sienten o piensan y sólo acatan
lo que dicen los demás) y los asertivos. Básicamente es reconocer esas
situaciones donde podemos decir “no estoy de acuerdo con eso, yo pienso que
esto es así o asá, pero voy a considerar tu punto de vista”.
El
octavo paso, sería la autorealización y que es esa etapa donde vivimos nuestros
sueños, tenemos nuestras metas y nos atrevemos a vivir.
De
autorealización podría hablar mucho y cada uno de nosotros podría penar en un
horizonte para poder ser feliz. Lo importante no es pensar, sino ACTUAR a donde
nos queremos mover para encontrar la felicidad y el cumplimiento de nuestros
sueños.
Un
abrazo,
José
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Hola. Gracias por demostrar que existes!!!